- La difícil tarea de traducir los títulos cinematográficos
- El primer error es suponer que la responsabilidad de este trabajo es de un traductor oficial
- El autor se guía por criterios artísticos que chocan con los deseos de los productores
Para titular una obra el autor debe buscar un concepto atractivo y
conciso que resuma el contenido global de su creación. Hay autores como
Saramago que piensan en el título como en el germen de la inspiración, una vez
han definido las palabras que lo forman, dejan que la obra se desarrolle por sí
sola. Cada autor tiene sus preferencias. En el cine, sin embargo, el autor cuenta
con un margen de movimiento mucho menor. El título se vuelve así un instrumento
de marketing empleado para captar clientes y muchas veces su elección genera
conflictos.
La larga tradición que existe en
España y toda América Latina de traducir los títulos de las películas ha sido y
es una labor pocas veces entendida. Durante décadas ha habido una discusión
innecesaria sobre la idoneidad de esta práctica tan arraigada, y en pocas
ocasiones se ha valorado con justicia el aporte que estas traducciones
representan para nuestra cultura y el cine en general. El primer error que se
comete es suponer erróneamente que esta importante tarea es responsabilidad de
un traductor oficial o al menos licenciado en algún idioma, pero la realidad es
que este fundamental cometido de traducción es competencia de las
distribuidoras locales, sin que ello implique tener conocimientos lingüísticos.
El autor se guía por criterios
artísticos que chocan con los deseos de los productores pero cuando una
película se exporta fuera de su país, la titulación depende solo de la
distribuidora, no existe un contrapeso que se oponga a las demandas económicas.
Solo el sector especializado funciona como tal, pero su voz, pese a ser
escuchada, no influye en las decisiones finales.
La casi ya centenaria costumbre
de traducir con responsabilidad los títulos de películas extranjeras es una
práctica histórica y arraigada en el tiempo. Un temprano ejemplo fue la primera
aparición de Charlot en la gran pantalla en 1914. El título original ‘Making a Living’ se podría haber
traducido por ‘Ganándose la vida’,
poco original y demasiado amplio, siendo moralmente necesario su cambio por ‘Charlot, periodista’. La lista de
títulos traducidos es casi infinita y constante a lo largo de los años,
abarcando a todos los géneros, nacionalidades, grandes producciones, películas
de series B, independientes, etc.
“Hay títulos que son considerados mejores que los originales pero
siempre suelen infravalorarse, cuando se habla de las traducciones suele ser sobre los malos resultados”, afirma
Boero. “También hay ejemplos que agradan
a todos como ‘Tiburón’ (‘Jaws’) o
‘Centauros del desierto’ (‘The searchers’), convertidos ahora en estandartes.
Una de las traducciones de la que todo el mundo se queja es ‘Olvídate de mí’
(‘Eternal sunshine of the spotless mind’). El nombre original es poético y
melódico pero nada comercial. Es muy largo, traducirlo de forma literal hubiera
confundido al espectador”.
Mucha de la gente que trabaja en
el mundo del cine fuera de nuestras fronteras, especialmente aquellos que se
hacen llamar guionistas o escritores, no sabe en gran medida cómo poner un
título o contar una historia de forma que se entienda correctamente. Por ello,
las distribuidoras en España y América latina no han vacilado en dar un paso al
frente para corregir el daño que semejante falta de competencia podría
ocasionar en el público de habla española.
Los subtítulos en castellano, que
aparecen junto a los títulos originales, es un frente abierto por los críticos.
A veces, difieren por completo entre sí, pero, normalmente, ambos idiomas
comparten el mismo concepto. Según la experiencia vivida por Boero Lutz a veces
suelen adjudicarse por cuestiones de copyright: “Nosotros tenemos que mostrar algo propio. Hay películas que tienen el
mismo título en inglés y, a nivel administrativo, a la hora de
calificarlos en el Ministerio, se tienen
que diferenciar. Por eso solemos ponerles un subtítulo”.
También sucede el caso contrario,
que varias películas lleven el mismo título
en su traducción al español. Incluso hasta tres veces han llegado a
coincidir el mismo nombre en películas distintas, como ‘Al límite’ o ‘Fuera de
control’. Alejandra Díez Alonso se pregunta: “¿Cuántas películas hay con las palabras ‘sombra’ y ‘duda’ en su
encabezado?”. Para tratar de dar una respuesta, los expertos como Boero
explican que a veces se comercializa un título recurrente para que el
espectador pueda asociar a la película el género y las sensaciones que han
experimentado en ocasiones anteriores.
Se trata de un tema controvertido
ya que genera una confusión que es fácilmente evitable. No obstante, a las
distribuidoras no les preocupa porque el espectador medio no suele acordase de
los precedentes. Su principal interés reside en hallar los recursos para llenar
una sala lo máximo posible, la
trayectoria posterior de una película no es de su incumbencia.
La vulgarización de algunos
títulos cercanos a la comedia, entendida como
una pérdida de la formalidad o un abuso excesivo de la jerga coloquial,
es otro de los casos que más quejas despierta entre el público especializado.
El ejemplo que más suele nombrarse es el de ‘Cuestión de pelotas’
(‘Dodgeball’). Tras él, ha habido varias películas que han contenido la
muletilla ‘por pelotas’, un precedente que no suele gustar a la crítica. BoeroLutz da su opinión: “Yo creo que si estás
vendiendo una película gamberra hay que darle un título macarra, se busca una
cierta correspondencia con el público al que va dirigido. La audiencia es la
que manda”.
Los distribuidores quieren que la
crítica sea más tolerante ante sus acciones, que se pongan en su lugar,
comprendiendo las causas que motivan sus decisiones. Son muchos los aspectos
que provocan disconformidad en los críticos, sin embargo, éstos no pretenden
que las distribuidoras cambien sus objetivos. Según ellos, no es algo
incompatible con hacer un buen trabajo y muchas veces, piensan, los resultados
podrían ser más comerciales si se tradujera el título de una forma más literal.
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